martes, 28 de febrero de 2017

Viñeta/Ojalá

Estoy leyendo. Estoy tomando café y comiendo (no una trenza de nuez, no un rol de canela: no hubo) un cuernito de almendras. Estoy oyendo mi Discover Weekly en Spotify y de pronto ¡pum!,  empieza a sonar “Ojalá”.

Hay que soltar el libro.
Hay que dejar la taza.
Hay que pararlo todo.
Hay que escuchar.

Hay que cantar en silencio aunque la boca no pueda evitar moverse y entonces el señor barbón de la mesa de enfrente me mire extrañado y voltee a un lado y al otro, como preguntándose a quién le hablo, qué le estaré diciendo.

Hay que dejarse absorber por el momento de intenso sentir, ese que se extiende sobre el cuerpo como una constelación cuyas estrellas explotan en la piel que se despierta cuando esa voz pronuncia la palabra con la que, hace tantas vidas, yo descubriera un mundo que intuía, pero al que no entraría de lleno sino hasta que Silvio me abriera la puerta.

Hay que detenerse a soñar, a vivir su poesía.








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