—¿Qué pasaría si me quedara encerrada en un sueño?
—O sea, ¿como éste?
—Justamente, ¿qué hago en ese caso?
—Pinto
—¿Qué pinto?
—Unas flores
—¿De cuáles?
—No sé, pero voy a trenzármelas en el cabello.
—¿Qué tal si bebo algo?
—¿Puedo tomar en los sueños?
—Pues si puedo pintar…
—Claro, ¡salud!
—Me gustan las burbujas, saben a piel de chabacano.
—Los chabacanos son de lo mejor en la vida.
—Tan dulces.
—Voy a comer un chabacano y una rebanada de queso.
—¿Qué tipo de queso?
—Uno que vaya bien con las burbujas.
—Esa burbuja subió por mi nariz y llegó a mi ojo. Mírala, está saliendo.
—Como de un capullo.
—¡Se cree mariposa!
—Buena idea.
—Volverse mariposa, ¡sí! Y salir volando.
—¡Buena idea!
—Está muy frío el cristal de esta ventana.
—¿Qué debo hacer si me quedo encerrada en un sueño?
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