miércoles, 10 de enero de 2018

Manifiesto trasnochado II o Del cursi optimismo con que empieza uno el año nuevo



Quiero despertar todos los días bajo las cobijas pesadas que se usan en invierno, cuando las mañanas enfrían las narices y enrojecen las mejillas
Quiero que mis tardes sean tibias y mis noches frescas; que el sol me acaricie la piel y la brisa me susurre mil ideas


Quiero saber dónde estoy por el sonido de las aves a mi alrededor; que mi camino lo indique su canto y mi rumbo lo ilumine su candor
Quiero que los árboles sean altos y sus hojas verdes; que sus follajes sean jungla que alimente mi mirada de vida


Quiero que el cielo se abra frente a mis ojos y se cierre sobre mi cabeza; que sus cambios de color sean el marco de los cambios en mi humor
Quiero que las estaciones me hablen del tiempo, de cómo se mueve el mundo, de cuán rica puede ser nuestra existencia


Quiero que los años corran tras de mí; encontrarlos al final del camino, exhaustos en su intento por seguirme el paso
Quiero que mi paso lo marquen las palabras que nacen en mi pecho y salen por mis manos. Quiero que ellas digan la historia de todo cuanto es bello en mi mundo.





















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